El pecado, entonces, «es la obra de Satanás y Jesús vence a Satanás. «el Crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con muchas piedras preciosas, como las que se ven: el Crucifijo es el misterio de la “aniquilación” de Dios, por amor». La serpiente, «profetiza en el desierto la salvación»: es, de hecho, «elevada y todo el que la mira es sanado». Pero esta salvación, no se hizo «con la varita mágica de un dios que hace las cosas»; sino que más bien se hizo «con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo».  (Homilía Santa Marta, 15 de marzo de 2016)

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