Archivo de la categoría ‘Evangelio de Hoy’

Hebreos 8, 6-13

Hermanos: Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, ha obtenido un ministerio tanto más excelente, cuanto que él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas. Si aquella primera alianza hubiera sido perfecta, no habría habido lugar para una segunda. Pero de hecho, Dios la encuentra imperfecta, cuando reprendiendo a los israelitas, les dice:

Se acerca el tiempo en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva, dice el Señor. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, porque ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos. Ésta es la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: “Conoce al Señor”, porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados.

Conforme a esto, al hablar de una alianza nueva, Dios declara anticuada la primera, y lo que es anticuado y envejecido está próximo a la desaparición.

Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestara

Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”.

Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.

Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes, con los del partido de Herodes, para matar a Jesús.

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