El relato se sitúa en el marco de la vida cotidiana de los discípulos, que habían regresado a su tierra y a su trabajo de pescadores, después de los días tremendos de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había sucedido. Pero, mientras que todo parecía haber acabado, Jesús va nuevamente a «buscar» a sus discípulos. Es Él quien va a buscarlos. Esta vez los encuentra junto al lago, donde ellos habían pasado la noche en las barcas sin pescar nada. (…) He aquí que al amanecer Jesús se presenta en la orilla del lago; pero ellos no lo reconocen (cf. v. 4). A estos pescadores, cansados y decepcionados, el Señor les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis» (v. 6). Los discípulos confiaron en Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. (…) La presencia de Jesús resucitado transforma todas las cosas: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil es nuevamente fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja espacio a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros. (Ángelus, 10 de abril de 2016)

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