«el Señor jamás dice que el reino de Dios es un espectáculo». Cierto, explicó, «es una fiesta, pero es distinto. Es una fiesta bellísima, una gran fiesta. Y el cielo será una fiesta, pero no un espectáculo».  Al contrario del espectáculo, está «la perseverancia de muchos cristianos que llevan adelante la familia: hombres, mujeres que se preocupan por sus hijos, que llegan a finales de mes con menos de un euro solamente, pero oran». Y el reino de Dios «está allí, escondido en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días». Porque «el reino de Dios no está lejos de nosotros, está cerca». Precisamente la «cercanía es una de las características» del reino. Cercanía que quiere decir «todos los días». Así «el reino de Dios es humilde, como la semilla: humilde; pero se hace grande por el poder del Espíritu Santo». Y «a nosotros nos toca dejarlo crecer en nosotros, sin gloriarnos. Dejar que el Espíritu venga, nos cambie el alma y nos lleve adelante en el silencio, la paz, la quietud, la cercanía a Dios, a los demás, sin espectáculos». (Papa Francisco – Santa Marta, 13 de noviembre de 2014)

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