Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

“Al ver a estos niños que tienen miedo de bailar, de llorar, de todo, que piden seguridad en todo, pienso en estos cristianos tristes que siempre critican a los predicadores de la Verdad, porque tienen miedo de abrir la puerta al Santo. Espíritu. Oremos por ellos, y oremos también por nosotros, para que no nos convirtamos en cristianos tristes, cortando la libertad del Espíritu Santo para venir a nosotros mediante el escándalo de la predicación». (…) Es impactante que Dios nos hable a través de hombres con limitaciones, hombres pecadores: ¡es impactante! Y es aún más impactante que Dios nos habla y nos salva a través de un hombre que dice ser Hijo de Dios, pero termina siendo un criminal. Eso es impactante». (Santa Marta 13 de diciembre de 2013)

Ésta es la grandeza de Juan, un gran hombre, el último de ese grupo de creyentes que comenzó con Abraham, el que predica la conversión, el que no usa medias palabras para condenar a los soberbios, el que al final de la vida se permite dudar. Y este es un hermoso programa de vida cristiana. (…) Pedimos a Juan la gracia del coraje apostólico de decir siempre las cosas con la verdad, del amor pastoral, de acoger a las personas con lo poco que puede dar, el primer paso. Dios hará lo otro. Que el gran Juan, que es el más pequeño en el reino de los cielos y por tanto grande, nos ayude en este camino tras las huellas del Señor». (Homilía Santa Marta, 15 de diciembre de 2016)

Jesús promete dar alivio a todos, pero nos hace también una invitación, que es como un mandamiento: «Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29). El «yugo» del Señor consiste en cargar con el peso de los demás con amor fraternal. Una vez recibido el alivio y el consuelo de Cristo, estamos llamados a su vez a convertirnos en descanso y consuelo para los hermanos, con actitud mansa y humilde, a imitación del Maestro. La mansedumbre y la humildad del corazón nos ayudan no sólo a cargar con el peso de los demás, sino también a no cargar sobre ellos nuestros puntos de vista personales, y nuestros juicios, nuestras críticas o nuestra indiferencia. (Ángelus, 6 de julio de 2014)

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