Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

Nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: la vida plena. Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena, y esa vida plena es la que ilumina nuestro camino. Por lo tanto, la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivientes… Está la derrota definitiva del pecado y de la muerte, el inicio de un nuevo tiempo de alegría y luz sin fin. Pero ya en esta tierra, en la oración, en los Sacramentos, en la fraternidad, encontramos a Jesús y su amor, y así podemos pregustar algo de la vida resucitada. (Ángelus, 10 noviembre 2013)

Cómo los jefes de los sacerdotes y los escribas «se enfadaron». Jesús no los expulsa a ellos del templo, sino a los que «hacían negocios, a los especuladores del templo»; sin embargo «los jefes de los sacerdotes y los escribas estaban vinculados a ellos», porque evidentemente recibían dinero de ellos. Existía, dijo el Papa Francisco, la «santa tangente». Y ellos «estaban a pegados al dinero y veneraban a esta “santa”». En el Evangelio se leen palabras muy fuertes y se dice que los jefes de los sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo «buscaban acabar con Él». Lo mismo había pasado en tiempos de Judas Macabeo. «¿Por qué?» se preguntó el Pontífice, explicando la dificultad en la que se debatía quien acabaría con Jesús: «No sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de Él, escuchándolo». La fuerza de Jesús, por lo tanto, «era su palabra, su testimonio, su amor. Y donde está Jesús, no hay sitio para la mundanidad, no hay sitio para la corrupción». «esta es la lucha de cada uno de nosotros, esta es la lucha cotidiana de la Iglesia», que está llamada a estar «siempre con Jesús». Y los cristianos deben estar «siempre pendientes de sus labios, para escuchar su palabra; y nunca buscar seguridades donde hay cosas de otro patrón». Por lo demás, «no se puede servir a dos señores: o Dios o las riquezas; o Dios o el poder».  (Homilía Santa Marta, 20 de noviembre de 2015)

Y nosotros, hermanos y hermanas, preguntémonos: ¿en qué estamos invirtiendo la vida? ¿En cosas que pasan, como el dinero, el éxito, la apariencia, el bienestar físico? De estas cosas, no nos llevaremos nada. ¿Estamos apegados a las cosas terrenas como si tuviéramos que vivir aquí para siempre? Mientras somos jóvenes y tenemos salud, todo va bien, pero cuando llega la hora de la despedida, debemos dejar todo. La Palabra de Dios hoy nos advierte: la escena de este mundo pasa. Y solamente permanecerá el amor. Por consiguiente, fundar la vida sobre la Palabra de Dios no es evadirse de la historia, es sumergirse en las realidades terrenas para hacerlas firmes, para transformarlas con el amor, imprimiéndoles el sello de la eternidad, el signo de Dios. He aquí entonces un consejo para tomar las decisiones importantes. Cuando no sé qué hacer, cómo tomar una decisión definitiva, una decisión importante, una decisión que implica el amor de Jesús, ¿qué debo hacer? Antes de decidir, imaginemos que estamos ante Jesús, como al final de la vida, ante Él que es amor. Y pensando allí, en su presencia, en el umbral de la eternidad, tomemos la decisión para el hoy. Así tenemos que decidir: siempre mirando la eternidad, mirando a Jesús. Quizá no sea la elección más fácil, la más inmediata, pero será la buena, eso es seguro.

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