Archivo de febrero de 2025

Génesis 1, 1-19

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

Dijo Dios: «Que exista la luz», y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz «día» y a las tinieblas, «noche». Fue la tarde y la mañana del primer día.

Dijo Dios: «Que haya un bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras». E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda «cielo». Fue la tarde y la mañana del segundo día.

Dijo Dios: «Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco». Y así fue. Llamó Dios «tierra» al suelo seco y «mar» a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: «Verdee la tierra con plantas que den semillas y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra». Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo Dios: «Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra». Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.

Señor Dios , que otorgaste la palma del martirio a San José Sánchez del Río al profesar y defender con su sangre la fe en Cristo, Rey del Universo. Concédenos , por intercesión , alcanzar la gracia de ser como él, fuertes en la fe, seguros en la esperanza y constantes en la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.   Amén….

Dado que Jesús se conmovió al ver a toda aquella gente necesitada de guía y de ayuda, podríamos esperar de Él que obrara algún milagro. Sin embargo, se puso a enseñarles muchas cosas. He aquí el primer pan que el Mesías ofrece a la multitud hambrienta y perdida: el pan de la Palabra. Todos nosotros tenemos necesidad de palabras de verdad que nos guíen y que iluminen nuestro camino. Sin la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la orientación correcta en la vida. Cuando nos alejamos de Jesús y de su amor, nos perdemos y la existencia se transforma en desilusión e insatisfacción. Con Jesús al lado, se puede proceder con seguridad, se pueden superar las pruebas, avanzar en el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Jesús se hizo don para los demás, convirtiéndose así en modelo de amor y de servicio para cada uno de nosotros. (Ángelus, 22 de julio de 2018)

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