Archivo de junio de 2025

Hechos 19, 1-8

En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas de Galacia y Frigia y bajó a Éfeso. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó: «¿Han recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?» Ellos respondieron: «Ni siquiera hemos oído decir que exista el Espíritu Santo». Pablo replicó: «Entonces, ¿qué bautismo han recibido?» Ellos respondieron: «El bautismo de Juan».

Pablo les dijo: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, pero advirtiendo al pueblo que debían creer en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús».

Al oír esto, los discípulos fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús, y cuando Pablo les impuso las manos, descendió el Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas desconocidas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Durante los tres meses siguientes, Pablo frecuentó la sinagoga y habló con toda libertad, disputando acerca del Reino de Dios y tratando de convencerlos.

Dios nuestro, que nos asistes y proteges por la gloriosa confesión de los santos mártires Marcelina y Pedro, concédenos que, siguiendo su ejemplo, progresemos y experimentos el apoyo de su intercesión . Por Nuestro Señor Jesucristo , tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu  Santo y es Dios por los siglos de los siglos…..Amén….

La Ascensión no indica la ausencia de Jesús, sino que nos dice que Él vive en medio de nosotros de un modo nuevo; ya no está en un sitio preciso del mundo como lo estaba antes de la Ascensión; ahora está en el señorío de Dios, presente en todo espacio y tiempo, cerca de cada uno de nosotros. En nuestra vida nunca estamos solos: contamos con este abogado que nos espera, que nos defiende. Nunca estamos solos: el Señor crucificado y resucitado nos guía; con nosotros se encuentran numerosos hermanos y hermanas que, en el silencio y en el escondimiento, en su vida de familia y de trabajo, en sus problemas y dificultades, en sus alegrías y esperanzas, viven cotidianamente la fe y llevan al mundo, junto a nosotros, el señorío del amor de Dios, en Cristo Jesús resucitado, que subió al Cielo, abogado para nosotros.  (Papa Francisco, Audiencia General 17 de abril de 2013)

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