Dios y Padre nuestro, que nos diste a la Madre de tu Hijo, como Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y en la oración en favor de la salvación del mundo, podemos promover cada vez con más eficacia el reinado de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

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