Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

La identidad cristiana no es un papel que dice “yo soy cristiano”, una carta de identidad: no. Es el discipulado. Tú, si permaneces en el Señor, en la Palabra del Señor, en la vida del Señor, serás un discípulo. Si no te quedas, serás uno que simpatiza con la doctrina, que sigue a Jesús como un hombre que hace tanta caridad, es muy bueno, que tiene los valores correctos, pero el discipulado es la verdadera identidad del cristiano. Y será el discipulado el que nos dará la libertad: el discípulo es un hombre libre porque permanece en el Señor. Y ¿qué significa “permanece en el Señor”? Dejarse guiar por el Espíritu Santo. El discípulo se deja guiar por el Espíritu, por eso el discípulo es siempre un hombre de tradición y novedad, es un hombre libre. Libre. (Santa Marta, 1 de abril de 2020)

El pecado, entonces, «es la obra de Satanás y Jesús vence a Satanás. «el Crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con muchas piedras preciosas, como las que se ven: el Crucifijo es el misterio de la “aniquilación” de Dios, por amor». La serpiente, «profetiza en el desierto la salvación»: es, de hecho, «elevada y todo el que la mira es sanado». Pero esta salvación, no se hizo «con la varita mágica de un dios que hace las cosas»; sino que más bien se hizo «con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo».  (Homilía Santa Marta, 15 de marzo de 2016)

Y Jesús despide a la mujer con estas estupendas palabras: «Vete, y en adelante no peques más» (v. 11). Y así, Jesús le abre un nuevo camino, creado por la misericordia, un camino que requiere su compromiso de no pecar más. Es una invitación válida para cada uno de nosotros: cuando Jesús nos perdona, nos abre siempre un nuevo camino para que avancemos. En este tiempo de Cuaresma, estamos llamados a reconocernos como pecadores y a pedir perdón a Dios. Y el perdón, a su vez, al reconciliarnos y darnos paz, nos hace comenzar una historia renovada. Toda conversión verdadera está encaminada a un futuro nuevo, a una vida nueva, a una vida hermosa, a una vida libre de pecado, a una vida generosa. No temamos pedir perdón a Jesús porque Él nos abre la puerta a esta vida nueva. ¡Qué la Virgen María nos ayude a testimoniar ante todos amor misericordioso de Dios que, en Jesús, nos perdona y hace nueva nuestra existencia, ofreciéndonos siempre nuevas posibilidades! (Ángelus, 7 de abril de 2019)

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