Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

En la visión de Jesús no hay ovejas definitivamente perdidas, sino sólo ovejas que hay que volver a encontrar. Esto debemos entenderlo bien: para Dios nadie está definitivamente perdido. ¡Nunca! Hasta el último momento, Dios nos busca. Pensad en el buen ladrón; pero sólo en la visión de Jesús nadie está definitivamente perdido. La perspectiva, por lo tanto, es totalmente dinámica, abierta, estimulante y creativa. Nos impulsa a salir en búsqueda para emprender un camino de fraternidad. Ninguna distancia puede mantener alejado al pastor; y ningún rebaño puede renunciar a un hermano. Encontrar a quien se ha perdido es la alegría del pastor y de Dios, pero es también la alegría de todo el rebaño. Todos nosotros somos ovejas encontradas y convocadas por la misericordia del Señor, llamados a recoger junto a Él a todo el rebaño. (Audiencia general, 4 de mayo de 2016)

Hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación (cfr. Lc 1,26-38). En ella se muestran dos actitudes de María que ayudan a comprender cómo custodió el don único que recibió, un corazón totalmente libre de pecado. Y estas dos actitudes son el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas simples. Veamos el primero: el asombro. (…)  Esta es una actitud noble: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por descontados, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante testimoniar este asombro delante de los demás hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no solo de los problemas cotidianos. (…) Vamos con la segunda actitud: la fidelidad en las cosas simples. (…) Precisamente a través de la fidelidad cotidiana al bien, la Virgen permitió que creciera en ella el don de Dios; de este modo, se ejercitó para responder al Señor, para decirle «sí» con toda su vida. (Ángelus, 8 de diciembre de2023)

En este tiempo de Adviento, dejémonos guiar por la exhortación del Bautista: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”. Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, cuando con sinceridad y confianza confesamos nuestros pecados en el sacramento de la penitencia. En este sacramento experimentamos en nuestro corazón la cercanía del reino de Dios y su salvación. La salvación de Dios es trabajo de un amor más grande que nuestro pecado; solamente el amor de Dios puede cancelar el pecado y liberar del mal, y solamente el amor de Dios puede orientarnos sobre el camino del bien.Que la Virgen María nos ayude a prepararnos al encuentro con este Amor cada vez más grande que en la noche de Navidad se ha hecho pequeño pequeño, como una semilla caída en la tierra, la semilla del reino de Dios. ÁNGELUS 4 de diciembre de 2016

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