Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

Anunciar que Dios está cerca. ¿Pero cómo hacerlo? En el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor; no decir muchas palabras, sino realizar gestos: «Curad enfermos – dice – resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis» (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio. Os digo una cosa: a mí me dejan siempre perplejos los “parlanchines”, con su mucho hablar y no hacer nada. Llegados a este punto, hagámonos algunas preguntas: nosotros, que creemos en el Dios cercano, ¿confiamos en Él? ¿Sabemos mirar adelante con confianza, como un niño que sabe que es llevado en brazos del padre? ¿Sabemos sentarnos en las rodillas del Padre con la oración, con la escucha de la Palabra, acercándonos a los Sacramentos? Y, finalmente, cerca de Él, ¿sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quién está lejos y también a quien nos es hostil? Esta es la concreción de la fe, esto es lo que cuenta. (Ángelus, 18 de junio de 2023)

Su contribución a una gran misión: apoyarnos para llevar la palabra del Papa a todos los hogares

Dos ciegos le expresaban a gritos su miseria y su esperanza: «¡Hijo de David, ten piedad de nosotros!» (Mt 9,27). “Hijo de David” era un título atribuido al Mesías, que las profecías anunciaban como proveniente de la estirpe de David. Los dos protagonistas del Evangelio de hoy son ciegos y, sin embargo, ven lo más importante: reconocen a Jesús como el Mesías que ha venido al mundo. (…) También nosotros, como los dos ciegos, tenemos cegueras en el corazón. También nosotros, como los dos ciegos, somos viajeros a menudo inmersos en la oscuridad de la vida. Lo primero que hay que hacer es acudir a Jesús, como Él mismo dijo: «Vengan a mí todos los cansados y abrumados por cargas, y yo los haré descansar» (Mt 11,28). ¿Quién de nosotros no está de alguna manera cansado y abrumado? Todos. Pero nos resistimos a ir hacia Jesús; muchas veces preferimos quedarnos encerrados en nosotros mismos, estar solos con nuestras oscuridades, autocompadecernos, aceptando la mala compañía de la tristeza.  (…) Hermanos, hermanas, el Señor Jesús pasa, también pasa por nuestras calles de Chipre, escucha el grito de nuestras cegueras, quiere tocar nuestros ojos, quiere tocar nuestro corazón, quiere atraernos hacia la luz, hacernos renacer y reanimarnos interiormente: esto quiere hacer Jesús. Y también a nosotros nos dirige la pregunta que hizo a aquellos ciegos: «¿Creen que puedo hacer esto?» (Mt 9,28). ¿Creemos que Jesús pueda hacer esto? Renovemos nuestra confianza en Él. Digámosle: Jesús, creemos que tu luz es más grande que cualquiera de nuestras tinieblas, creemos que Tú puedes curarnos, que Tú puedes renovar nuestra fraternidad, que puedes multiplicar nuestra alegría; y con toda la Iglesia te invocamos, todos juntos. (Homilía a Nicosia, 3 de diciembre de 2021)   

Y «esta figura de la roca se refiere al Señor». Isaías que, en la primera lectura (26, 1-6), dice: «Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua» (v. 4). «la roca es Jesucristo, la roca es el Señor. Una palabra es fuerte, da vida, puede seguir adelante, puede tolerar todos los ataques si esta palabra tiene sus raíces en Jesucristo». En cambio, «una palabra cristiana que no tiene sus raíces vitales, en la vida de una persona, en Jesucristo, es una palabra cristiana sin Cristo. Y las palabras cristianas sin Cristo engañan, hacen mal». El escritor inglés «hablando de las herejías» dijo «que una herejía es una verdad, una palabra, una verdad que se ha vuelto loca». Es un hecho, que «cuando las palabras cristianas no tienen a Cristo comienzan a ir por el camino de la locura». Isaías, continuó, «es claro y nos indica cuál es esta locura». (…)  Una palabra cristiana sin Cristo te conduce a la vanidad, a la seguridad de ti mismo, al orgullo, al poder por el poder. El Señor abate a estas personas». Esta verdad, «es una constante en la historia de la salvación. Lo dice Ana, la mamá de Samuel; lo dice María en el Magníficat: el Señor derriba la vanidad, el orgullo de las personas que se creen ser roca». Son «personas que van sólo detrás de una palabra, sin Jesucristo». Hacen propia una palabra que es cristiana «pero sin Jesucristo: sin la relación con Jesucristo, sin la oración con Jesucristo, sin el servicio a Jesucristo, sin el amor a Jesucristo». «lo que el Señor nos dice hoy» es una invitación a «construir nuestra vida sobre esta roca. Y la roca es Él. (…)  «en esta humildad de ser discípulos, salvados, de ir adelante no con palabras que, para creernos poderosos, acaban en la locura de la vanidad y en la locura del orgullo». Que «el Señor nos alcance esta gracia de la humildad de decir palabras con Jesucristo. Fundadas en Jesucristo» (Santa Marta, 5 de diciembre de 2013) 

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