Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

Vemos en esta parábola dos actitudes diferentes: la de Dios, representado por el rey —que perdona tanto, porque Dios perdona siempre—, y la del hombre. En la actitud divina, la justicia está impregnada de misericordia, mientras que la actitud humana se limita a la justicia. Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente al poder del perdón, porque no todo en la vida se resuelve con la justicia, lo sabemos. Es necesario ese amor misericordioso, que también es la base de la respuesta del Señor a la pregunta de Pedro que precede a la parábola (…) En el lenguaje simbólico de la Biblia, esto significa que estamos llamados a perdonar siempre. (Papa Francisco – Ángelus, 13 de septiembre de 2020)

Vemos en esta parábola dos actitudes diferentes: la de Dios, representado por el rey —que perdona tanto, porque Dios perdona siempre—, y la del hombre. En la actitud divina, la justicia está impregnada de misericordia, mientras que la actitud humana se limita a la justicia. Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente al poder del perdón, porque no todo en la vida se resuelve con la justicia, lo sabemos. Es necesario ese amor misericordioso, que también es la base de la respuesta del Señor a la pregunta de Pedro que precede a la parábola (…) En el lenguaje simbólico de la Biblia, esto significa que estamos llamados a perdonar siempre. (Papa Francisco – Ángelus, 13 de septiembre de 2020)

Los discípulos están llamados a hacerse como los niños, porque los pequeños son quienes han recibido la revelación como don de la benevolencia del Padre (cf. Mt 11, 25s). También por eso deben acoger a los niños como a Jesús mismo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe» (Mt 18, 5). Jesús, por su parte, siente un profundo respeto hacia los niños, y advierte: «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18, 10). Y cuando los niños gritan en el templo en su honor: «Hosanna al Hijo de David!», Jesús aprecia y justifica su actitud como alabanza hecha a Dios (cf. Mt 21, 15-16). Su homenaje contrasta con la incredulidad de sus adversarios. El amor y la estima de Jesús hacia los niños son una luz para la Iglesia, que imita a su fundador, y no puede menos de acoger a los niños como Él los acogió. (…) La Iglesia se siente comprometida a cuidar la formación cristiana de los niños, que a menudo no está asegurada suficientemente. Se trata de formarlos en la fe, con la enseñanza de la doctrina cristiana en la caridad para con todos y en la oración, según las tradiciones más hermosas de las familias cristianas, que para muchos de nosotros son inolvidables y siempre benditas. (San Juan Pablo II – Audiencia general, 17 de agosto de 1994)

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